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Llevé un alien a ver Roger Waters y te lo cuento

Como Fahrenheit 451, ¡pero de verdad!

Si Argentina tiene su primer presidente Taringuero, nosotros podemos volver al formato de la inteligencia colectiva, al menos por un rato.


Primero lo más importante: ¿por qué la visita extraterrestre ahora? Nos pareció que era un momento de total normalidad y calma en la República Argentina para hacer un correcto contacto interplanetario. Segundo, Francia.


Martes a la noche, Núñez a las 20 hs., en vísperas de un show de esos que suelen marcar la vida de sus asistentes, sea la primera o la séptima vez que veas al ex Pink Floyd en tu tierra. Más raro que pasear con un extraterrestre es poder acceder fácilmente al estadio de River Plate, pero logramos llegar justo a tiempo.


En la previa a Roger se le había complicado alojarse tanto en Uruguay como en Argentina por sus dichos en contra del Estado de Israel. Sumemos además todas las complicaciones logísticas y hasta que manden a una jueza a revisar sus dichos, pero estas cosas solo sirvieron de combustible para que RW diera dos recitales de antología.


Vos también Roger, cómo le vas a tocar los huevos a todos los amigos de la OTAN…



La gira “This is not a Drill” (“Esto no es un Simulacro") no podía llegar en un momento más elocuente a nuestro país. Señalando cada una de las injusticias que suceden en el mundo, a través de sus pantallas, Waters nos invitó a subir a la Rogeretta, donde nadie se queda a pie. Por suerte el músico mostró toda la mierda del planeta junta, lo que me ahorró mucho tiempo de explicaciones.

Poderoso, contundente y muy visual, apoyado constantemente en las 4 pantallas detrás suyo, el show de Roger Waters, que le valió el récord de cantidad de River con 14 (unos tales Rollings Stones ostentaban el récord hasta esta semana con un total de 13 presentaciones) comenzó con “Comfortably Numb”.

“The Happiest Days of our Lives” le siguió, para proceder a unos de los momentos “ji ji ji” de la noche cuando sonó el primer acorde de “Another Brick on the Wall”. Momento histórico para los terrícolas presentes, imaginense para el Alien que a esas alturas del show estaba como loquita.


“The Powers That Be” fue el momento para señalar a todas las víctimas pobres del poder en todo el mundo. Palestina, Estados Unidos, Alemania y Argentina también con el caso de Lucas González.


"Si sos de los que dicen me encanta Pink Floyd, pero no soporto las opiniones políticas de Roger, harías bien en irte a la mierda", fue el friendly reminder unos minutos antes de Roger, respecto a lo que sería una noche cargada de altas dosis de realidad. Quizás algunos músicos de la nueva generación podrían “plagiarlo” un poquito, ¿no?

El Alien me miró e insinuó que “habría” que separar a la obra de los artistas y que Roger “era un denso”, a lo que respondí que se alejara de mí un poco y me dejara disfrutar del espectáculo.


¡Y sí, con la cantidad de cachetazos que tiró también!


Minutos antes del intervalo, que dividía a la noche en dos, y que le permitía recobrar fuerzas a Roger, empezó a volar un cerdo inflable por los aires; pudimos chequear después que no se trataba de Carlos Maslatón, a lo que el Alien dijo que “sería divertido” que el chancho se incendiara por completo, mientras reía.



Le respondí que los argentinos teníamos una triste historia al respecto y que en general no se nos daba bien eso que se suele decir “jugar con fuego”. Me pareció sano recordarlo, aunque sea por escrito. Desmemoriados es lo que nos sobra. ¿La cancha de River prendida fuego? Eso ya se ha visto.


De todas formas, ¿cuál sería nuestro 9/11?


El show siguió hasta casi la 23 hs., mientras seguían proyectando imágenes sobre la violencia y demases vicios de la humanidad. Estuve explicando durante 4 canciones a el Alien qué era el genocidio, a lo que respondió: ¡Ah, sí, nosotros lo hacemos de vez en cuando!


Roger nos dijo que somos el público extraordinario que sabemos que somos, y que Taylor Swift descrubió hace poco, y se despidió para continuar con el tramo sudamericano por Lima, Santiago de Chile, Costa Rica, Bogotá y Quito. Mientras me despedia de el Alien bajando de la Sívori Alta, lugar donde elegimos ver el show, me dijo algo que mientras se perdía en la multitud no llegué a entender, pero ahora recuerdo bien.


Despedite de tu cuenta Lince.


PD: El Alien sos vos, soy yo, somos todos; pero especialmente yo, que en 29 miserables años de vida nunca había escuchado un tema completo de Pink Floyd.

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